Esta casita modular transformada en nave espacial encarna la metáfora de un
aterrizaje en terreno incierto. Inspirada en las viviendas irregulares construidas en
los cerros de Tijuana, la pieza se erige como un prototipo de arquitectura marciana,
suspendida entre lo precario y lo futurista.
El título alude a la condición de tránsito: la escala como detención en medio de un
viaje, la pausa como un respiro en el tiempo y el movimiento como impulso
inevitable hacia lo desconocido. La obra se sitúa en el umbral entre la casa y la
nave, entre el asentamiento y la partida, evocando tanto la memoria de los
migrantes como la posibilidad de habitar otros mundos.